Por Gonzalo Silva

Pablo Silva Rojas es un joven de 28 años, egresado de Bioquímica en la Universidad Católica de Valparaíso, actualmente está realizando un magister en Física en la misma institución. Se embarcó en este proyecto el año pasado, se basa en la creación de un dispositivo médico capaz de medir la viscosidad en la sangre con tan solo una gota.

El joven machalino consiguió el respaldo para la realización de este dispositivo gracias al fondo de Valorización de la Investigación en la Universidad de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo durante noviembre de 2021. Está realizando esta investigación como el proyecto de su Magister y  en conjunto con  Claudia Trejo, quien fue su profesora.

Un proyecto que puede cambiar el mundo

¿De qué se trata su proyecto?

“Me gusta explicarlo haciendo una analogía como un medidor de glucosa, porque es un aparato de prevención y de diagnóstico, con una simple muestra puedes identificar una anormalidad. Yo quiero hacer lo mismo pero con la viscosidad de la sangre.  Gracias a  mi proyecto, con una gota podremos identificar si la viscosidad está dentro o no del parámetro de una persona sana”.

¿Cuáles son los beneficios de saber la viscosidad de la sangre?

“Prevención. Con este dispositivo podremos detectar mucho más pronto las anemias, puesto que esta enfermedad cambia la viscosidad de la sangre, con un simple test se podrán identificar estas enfermedades.

Con esto se podrán hacer seguimientos a pacientes con anemia o por ejemplo a “guagüitas” a las que no les puedes sacar diez mililitros de sangre todos los días. También ayudará a ir controlando a personas que tengan inflamaciones crónicas”.

¿Cómo funcionará este aparato?

“Hay que generar una presión a un fluido y detectar su velocidad. Con esos parámetros se calcula la viscosidad. La idea es que sea una caja portátil, pequeña, que no supere los ocho centímetros de alto. Esta semana llega del extranjero la cajita que mandamos a producir para el prototipo. El modo de uso sería que el paciente vaya a un centro clínico y que se haga este test en menos de un minuto”.

¿Cómo fue cuando aprobaron financiar su estudio?

“Feliz, porque habíamos postulado el año antepasado y nos había ido mal. Nos equivocamos en la postulación, pusimos la fecha estimada de finalización del proyecto dos días después de lo que debería y nos rechazaron automáticamente. Eso frustró muchísimo”.

¿Ha sido difícil?

“Es ir cayéndose y parándose constantemente. Tampoco tengo muchas personas que me puedan ayudar, fui donde unos ingenieros electrónicos y parece que no les gustó el proyecto. Para mí, armarlo fue difícil, pero para ellos quizás era muy básico.

Yo estoy construyendo este aparato, si falla algo o algún sistema, no tengo a quién acudir porque es mi invento. Algunas placas quedaban malas, porque yo no sé de electrónica, tengo que ir aprendiendo de todo. Uno se frustra.

Las alegrías aparecen cuando ves que vas progresando. El otro día tuvimos que presentar el avance del proyecto y funcionó muy bien”.

¿Cómo van con los plazos para realizar el dispositivo?

“Como es un proyecto de la ANID (Agencia nacional de Investigación y Desarrollo) a nosotros nos dieron el dinero para producir el proyecto en marzo de este año y comenzamos en noviembre del  pasado, estuvimos cuatro meses pagando las cosas nosotros.

Lo malo de los proyectos en Chile son muy a corto plazo. Un proyecto científico de gran escala no se puede llevar a cabo en solo un año. Estimamos que en noviembre deberíamos tener el primer dispositivo funcionando, por eso estamos trabajando duro”.